Un minuto entero, en silencio, es mucho tiempo. ¿Por qué no vivir solo este minuto?
Hay cientos de teorías y técnicas: el mindfulness, el ‘vivir el presente’, la meditación, cientos de libros sobre el tema, y a mucha gente pueden servirle. A mí no. Me resulta muy teórico, o me sirve un rato, y luego, ¡hala!, desaparece, vuelvo a entrar en la rueda. Un hámster en una ruedita sin fin rodeado de miles de millones de hámsteres en rueditas sin fin.
En otro post decía que creo que todas las teorías están vacías si no las vivís. Me ha pasado tantas veces: repetir frases hechas, vacías para mí, hasta que un día pasa algo y entonces tienen sentido, porque las puedo experimentar.
Algunas veces en mi vida, recuerdo haber pensado: “En este minuto soy feliz. Quisiera frenar el tiempo ahora y quedarme en este momento”. Y hasta saqué una foto en mi mente, para poder atrapar ese instante y recordarlo luego, y volver a sentir esa felicidad. Fueron situaciones simples, cotidianas; por ejemplo, recuerdo un día en que lo hice abrazando a mi abuela, y ahora, que mi abuela ya no está, todavía tengo ese abrazo. Lo he hecho en alguna comida con mi familia, en una reunión con amigos, alguna tarde de domingo de ver película en casa. Capturar minutos. Fotos mentales que incluyen emociones y guardo en mi cuerpo para sentir que estuve ahí, que pasó, que tengo ese instante para siempre.
Sin embargo, antes lo hacía cada tanto, y ahora, ahora necesito hacerlo más seguido, porque cada vez le encuentro menos sentido a ser el hámster de la ruedita, cada vez me resulta más absurdo todo.
Y el tiempo que me quede en este planeta, necesito vivir minutos, momentos sin pasado ni futuro, solo con la importancia absoluta que tiene ese instante.
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