“No
olvidemos que las pequeñas emociones son los capitanes de nuestras vidas, y las
obedecemos sin siquiera darnos cuenta”. Vincent
Van Gogh.
Cuando estudiamos o leemos sobre tarot, sobre los arcanos mayores en particular, podemos ver que se repite con énfasis que “todos los arcanos son positivos” en tanto representan o nos anuncian distintos aspectos para avanzar y evolucionar en la vida. Esto es cierto, pero ¿cuál es nuestra respuesta emocional ante ellos? Seamos sinceros, ¿a quién le gusta sacar una carta y que sea La Muerte? ¿Quién se alegra de que la respuesta a su pregunta sea La Torre? Luego, en un segundo paso, entendemos las razones por las que ese arcano es positivo para nosotros, pero seamos honestos, ¿qué pasa con nuestras emociones si dejamos a un lado lo que pensamos?
Mi primer contacto con los arcanos fue inesperado. Un amigo decidió regalarme el Tarot de Rider-Waite por mi cumpleaños, y así, sin ningún conocimiento previo, tomé los 22 arcanos mayores y los coloqué sobre la mesa. Automáticamente, sentí que varios me gustaban mucho, otros (como La Sacerdotisa, El Ermitaño y La Luna) me provocaban cierto resquemor, y otros no me gustaban nada. Entonces decidí investigar un poco. Tenía curiosidad por saber el significado de esos símbolos que provocaban mi agrado y mi rechazo. (Algún tarotista experto me hubiera recomendado que meditara con ellos primero –¡y habría sido una recomendación excelente!– pero soy impaciente y quería información racional rápida.) Por lo tanto, me lancé a leer sobre el tema, y por supuesto, comencé por los que no me habían gustado nada: El Colgado, La Muerte, El Diablo y La Torre.
No me sorprende que mucha gente considere “negativos”
estos arcanos. En pocas palabras, podría decir que representan el sacrificio,
el cambio radical, los miedos y la destrucción. ¡Genial! Es evidente, ¿qué
emociones esperaba sentir ante ellos? ¿Cómo podían agradarme de entrada?
Imposible.
Tomemos El Colgado, que viene a hablarme del
sacrificio, de sacrificar lo que quiere mi deseo para aceptar lo que sucede.
¡Por favor! Yo quiero que me digan que las cosas serán como quiero, y NO que me
vengan a contar que debo aceptar lo que sucede. Si no ocurre lo que quiero y
cuando quiero, ¡pues menudo asco! Ya después, cuando se calme la emoción,
pensaré que lo que ocurre es para mi mayor bien, que por algo las cosas se dan
o no, y muchas otras cosas que me servirán en el proceso de aceptación. Pero,
¿cuál es nuestro instinto, nuestra emoción primitiva y primaria, cuando no nos
dan el trabajo que esperamos, nos ignora la persona que queremos o el proyecto
que nos ilusiona se cancela?
Me encanta pensar de mí misma, como a mucha
gente, que soy una persona flexible, que me adapto muy bien a los cambios y los
tomo con alegría en la vida, pero no. La verdad es que, como a la mayoría de
los seres humanos, me da miedo el cambio. Tal vez sea por instinto de
conservación o por algún otro instinto ancestral, pero el ser humano prefiere
moverse dentro de lo que conoce, con las certezas que da ese entorno conocido,
aunque sea incómodo o infeliz. “Mejor malo conocido que bueno por conocer”,
¿no? Y ahí está el dicho popular, insertado en algún rincón de nuestro
inconsciente como un chip que se activa ante el peligro. Cambiar implica salir
de esa zona familiar y entrar en la incertidumbre. Salir de la cueva de Platón.
¿Cómo será lo nuevo? ¿Cómo podré manejarme? ¿Podré hacerlo? Dejar un empleo
para tomar otro, renunciar a un empleo seguro para comenzar un emprendimiento
propio, tener que mudarnos a otra ciudad o a otro país, terminar una relación
de pareja que hace tiempo no funciona, etc., ¿qué reacción emocional nos
genera? El arcano de La Muerte, que representa una transformación profunda, un cambio
radical, nos plantea la pregunta, y aunque puede ser necesaria e interesante,
no es una pregunta amigable.
¿El Diablo? Bueno, El Diablo tiene algunos
matices atractivos. Sin embargo, la primera explicación que leí lo presentaba
como símbolo de nuestras dudas, miedos, sombras o lado oscuro. ¿Qué significa
eso en concreto? Lo que no nos gusta de nosotros mismos. ¿A quién le gusta
sentirse cobarde, malo, envidioso, materialista, poco inteligente, manipulador,
avaro, intolerante, mentiroso, necio, etc.? ¿Alguien puede decir con alegría
“soy egoísta”? ¿Alguien disfruta diciendo “soy deshonesto”? Y me refiero aquí a
lo que creemos de nosotros mismos, a nuestras inseguridades y miedos.
Poco importa si nuestra idea o creencia es
errónea o infundada. Se trata de algo interior, de lo que rechazamos de
nosotros mismos. Entonces, ¿cómo puede gustarme este arcano que viene a
mostrarme lo que quiero ocultar de mí? ¡Es absurdo! Ahora está muy presente y
se oye con mucha frecuencia esto de que “debo abrazar mis sombras, amar mi lado
oscuro”, y es muy bonito de decir y de escuchar, realmente bonito. Muy buenas
intenciones, loables en verdad, pero aplicarlo desde la emoción es un desafío
extraordinario.
En cuanto a La Torre, ¿qué decir? En la
teoría, es la destrucción necesaria para la reconstrucción de algo mejor, la
liberación de la ilusión, el Shiva de la Trimurti Hindú. Sin embargo, me he
propuesto escribir esta editorial con honestidad emocional, y no puedo dejar de
preguntarme: ¿quién se siente feliz de que sus ilusiones se hagan trizas? ¿Quién
se alegra al darse cuenta de que lo que creyó por mucho tiempo era falso? ¿Quién
festeja al quedarse sin empleo, o al enterarse de que su pareja ya no lo quiere
o quiere a otro? ¿Cuántos celebran al tener que dejar un negocio en el que han
invertido tiempo, dinero y esfuerzo? Me refiero a la primera reacción, la
primera emoción. No hablo aquí del después (cuando la mente comienza a hacer su
trabajo para que razonemos la conveniencia de lo que ocurre para nuestro bien
superior, para cancelar karma o desarrollar nuestras virtudes). NO. Ese es un
segundo paso.
Por supuesto, también exploré los
significados de los arcanos que me gustaron, y de los que me provocaron cierto
recelo, y todo este juego me ha llevado a conocerme mejor, me ha puesto más en
contacto con mis emociones y su funcionamiento. Ha sido, y sigue siendo, un
juego divertido y revelador. Tarot: camino
de luces y sombras es una excelente herramienta –amena, clara y fácil de
comprender– para que cada uno descubra, en su propio juego, las emociones que
le despiertan los arcanos.
No comments:
Post a Comment