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"I may not have gone where I intended to go, but I think I've ended up where I needed to be." (Douglas Adams)

DEJAR BUENOS AIRES

Dejar Buenos Aires en un día de lluvia es raro.

Y no es raro por el irme en sí (me he ido otras veces). Es raro porque esta vez me voy sin excusa, sin plan, sin proyecto, sin diagrama de futuro. Me voy de Buenos Aires a buscar otros aires y que el camino se haga andando.

Me voy un poco mezclada, con la tristeza por los afectos que quedan (aunque me los lleve por dentro), la felicidad del reencuentro con amigos que me esperan y la intuición de que viene algo bueno.


El 9 de octubre llueve y me tomo un vuelo de Air France a Bilbao con escala en París. Trece horas monótonas, salvo porque a la holandesa del asiento de al lado se le vuelca el jugo de tomate en mi pantalón y se disculpa en inglés durante media hora y me regala chocolates. Una hora de retraso en la conexión por mal tiempo en Charles De Gaulle y al fin llego a Loiu para encontrarme con mi amigo que me viene a buscar, y más lluvia. Dos días que son uno por no dormir, y el horario cambiado, en fin: lo normal, lo de siempre.

Pero no. Esta vez todo es distinto, porque el viaje lo hace el viajante, ¿no? Como me dijo una amiga: “lo importante no es tanto que cambie el paisaje, sino los ojos con los se observa el paisaje.”

Hablé con mucha gente en las últimas semanas en Buenos Aires. Tantos amigos, tantas personas que me acompañan de muchas maneras desde distintos lugares, y cada demostración de cariño, cada opinión, cada comentario, cada pregunta, cada cuestionamiento que me hicieron fue sumando, y ahora veo que me subí al avión y aterrizo en Europa con otros ojos.

1 comment:

  1. Seguramente Europa sabrá valorar la brillantez de esa joya.

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