EXISTO, LUEGO PIENSO

Hablando con gente y más gente en estos últimos meses, me ha surgido la pregunta: ¿Cuántas palabras necesitaríamos para definir la sensación de «frío»? Sin embargo, basta con tomar un hielo en la mano o sumergirse en agua helada para saber. Lo que me lleva a reflexionar que toda la teoría que aprendemos y repetimos se reduce a nada cuando tenemos un segundo de vivencia, cuando experimentamos.

Al hablar con más gente, paro un momento y veo que decimos: «porque yo soy así», «porque vos sos asá y necesitás esto y lo otro, y deberías hacer esto y aquello», «fulana es tonta porque…», «todos los hombres (heterosexuales, homosexuales, solteros, casados, blancos, negros, etc.) son así y hacen esto», «las cosas son de esta manera». Y estamos hablando en un plano mental de ideas abstractas.

Desde el «Pienso, luego existo» muchos creímos que somos nuestra mente, y nuestra mente racional nos ha poseído.

Hemos hecho un culto del intelecto y medimos IQ y necesitamos definir, rotular y clasificar todo desde la mente racional. Aprendemos racionalmente «lo bueno y lo malo», «lo que somos y cómo debemos ser», y a partir de ahí, nos juzgamos y juzgamos todo y a todos en parámetros de bueno/malo, éxito/fracaso, mejor/peor, blanco/negro. Y todo pasa por la mente. En realidad, ¿qué significan todas esas palabras? ¿Qué pasa cuando experimentamos? ¿Cuántas palabras necesitamos para definir unívocamente «malo»? Para dar una definición completa y universal, ¿eh? ¿Cuántas palabras? ¿Y para definir «bueno» o «ayuda» o «culpa»? Y sin embargo, podemos empezar a experimentar, como con el hielo, como sumergiéndonos en agua helada.

Podemos decir: «EXISTO! LUEGO PIENSO» Siento, experimento, observo, aprendo y recibo información de otras dimensiones, y me conecto con fuentes de inteligencia fuera de mi cuerpo. Podemos decir esto porque Descartes estuvo bien para su tiempo, pero estamos en otro tiempo. Podemos cuestionarnos y decir que el intelecto, la mente racional, puede ser una parte funcional y necesaria, pero solo eso: una parte con una función limitada y específica, como una pierna o un brazo, como los riñones o el hígado. Dentro de la misma mente hay partes por explorar en profundidad todavía.

Me pregunto si podemos aceptar experiencias irracionales como válidas, si estamos preparados para cuestionar y relativizar sin sentirnos amenazados, si podemos aceptar como normales otros medios para comunicarnos (como la empatía y la telepatía), si estamos dispuestos a cambiar las estructuras que cambiarán cuando desafiemos las convenciones que nos hemos dado hasta ahora racionalmente.