Del libro El Tao de Pooh de Benjamin Hoff
“La miel no sabe tan bien una vez
que se ha comido; la meta no significa mucho una vez alcanzada; el premio no es
tan gratificante una vez recibido. Si contamos todas las recompensas de nuestra
vida, no obtendremos gran cosa. Pero si contamos los espacios entre recompensa
y recompensa, obtendremos mucho más. Pero si sumamos las recompensas y los
espacios, entonces tendremos todo: cada minuto del tiempo que hemos vivido.
¿Cómo sería si pudiéramos disfrutarlos?
Los regalos de Navidad no son tan
interesantes una vez abiertos como cuando estamos en medio del proceso de
examinarlos, levantarlos, agitarlos, pensar en lo que pueden ser y abrirlos.
Trescientos sesenta y cinco días después, lo intentamos de nuevo y descubrimos
que ocurre otra vez lo mismo. Cada vez que la meta es alcanzada, no es tan
interesante, así que nos ponemos en marcha para alcanzar la siguiente, y
después la siguiente y la siguiente.
Eso no quiere decir que las metas
que nos proponemos no cuenten. Cuentan porque en la mayoría de los casos nos
ayudan a vivenciar el proceso, y es el proceso el que nos hace sabios, felices,
o lo que sea. Hacer las cosas de manera equivocada nos hace sentirnos
desgraciados, enfadados, confundidos y cosas por el estilo. La meta tiene que
ser la adecuada para nosotros y ha de ser beneficiosa para asegurar un proceso
beneficioso. Pero, además de todo esto, es el proceso lo que realmente importa.
El poder disfrutar el proceso es
el secreto que borra los mitos del Gran Premio y de Ahorrar Tiempo.
Quizás esto ayude a explicar el
significado diario de la palabra Tao, el Camino.
¿Cómo llamaríamos al momento de
antes de empezar a comer la miel? Algunos lo llamarían anticipación, pero
nosotros creemos que es más que eso. Lo llamaríamos conciencia. Es cuando somos
felices y nos damos cuenta de ello, aunque sólo sea por un momento.
Al Disfrutar el Proceso, podemos
estirar esa conciencia para que no dure solamente un momento, sino todo el
tiempo”.
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